Nunca esperes que pase algo, nunca entres predispuesto a ningún lugar

domingo, 25 de noviembre de 2012

Borradores

Como quién piensa que la vida es un guión en blanco, y que todos los días tienes una pluma y un tintero, en donde simplemente escribes, pero no puedes tachar lo ya escrito, las marcas quedan.

Como quién siente que la vida es un aroma fugaz que te da cuando pasas por una plaza, de autoría de una mujer que ha pasado de largo y que se pierde de vista fugaz, que te llena de intriga, que te deja con ganas de más.

Como quién aspira que la vida sea eso que de pequeño te dijeron que debía ser: una pared llena de papeles con bordes de madera, y fotos de los domingos en el parque, en Disney, en la cena de la abuela,

Como quién mira un cuadro con nostalgia, envidiando a todos que pueden sentir lo que tu no te dejas sentir, y solo ves el cuadro pensando que son trazos llenos de pintura.

Como quién ha creido que todo lo que ha pasado es porque el karma se ha reido de ti y le ha agarrado el gusto a tu vida. No soy nada de lo que creí que sería, y no es la decepción lo que me sorprende, nunca tuve expectativas tan grandes, quizás por eso nunca quise imaginarme hoy, menos lo haría mañana, solo estoy esperando a que la pluma escriba solo sobre este papel ansioso de ser llenado.

No espero nada de mi mismo y no por desconfianza, sino por sed de incertidumbre, vivir de ella te deja lleno de ansiedad, querer conocer lo siguiente lo vuelve a uno adicto de la prisa. Y yo soy esclavo de la prisa.



Como ese recuerdo fugaz que haces al esperar en alguna fila, como ese segundo de meditación antes de dormir, como esa imagen que marcó un antes un después en lo que llevas de vida: Como tu estando en todos esos momentos.

Mil veces te recuerdo, mil veces más te olvido. Los constantes y fallidos intentos de soluciones, la eterna búsqueda de paz en medio de la guerra, el silencio en donde solo hay eterno ruido, una lucha interna en querer vivir tranquilo pero no querer vivir sin ti, es la conclusión que cierra todas las noches un día y abre otro.

Y bajo esa premisa se respira de todo un poco todos los días, respiras segundos de paz, seguidos por impaciencia que terminan siendo paciencia, un hambre constante de saber que mañana todo podría mejorar, como una solución que nadie te ha ofrecido, pero que te has esmerado en crear. Los días nunca han sido tan pesados, las horas nunca habían sido tan largas.

Y en esa espera a mañana, porque hoy no hubo paz, queda solo sonreir.



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