Nunca esperes que pase algo, nunca entres predispuesto a ningún lugar

martes, 22 de noviembre de 2011

Reflexiones que caben en 240 Kilómetros

¿Qué más podía pedir? Desde aquella tarde no sonría tan plenamente, no respiraba con tanta tranquilidad, no me había sentido tan realizado. ¿Qué más prueba necesitaba de lo que estaba sintiendo? ¿Lo lejos que había llegado? ¿Alguna vez tuve conciencia de lo que hice? Quizás fui instinto hecho persona, quizás fui pura conciencia, quizás exceso de juventud, estúpido e irracional. Y ahora recuerdo con una sonrisa lo bonito que fue esa tarde, lo mucho que sonreí, lo tranquilo que respiré. Y lo mucho que te besé.

El calor de tu rostro cerca del mío: dichosa tarde de agosto la que nos encontró juntos, que nos hacía dos personas más de tantos, compartiendo nada nuevo para la humanidad, pero totalmente distinto en nuestras vidas. y ya tus ojos no se van de los míos, y ya mis abrazos está a tu alrededor, y solo me quedo en silencio, respirando profundo, degustando tu perfume, denso y fuerte, que hoy me queda marcado en la memoria y de vez en cuando me empequeñece el estómago, al recordar aquella tarde agosto. 

Nunca trazamos mejores promesas, nunca fuimos tan sinceros: Nunca fuimos tan ilusos, como aquel día que nos dijimos que esto seguiría intacto. Pero lo intacto duró hasta que la tarde empezó a caer, es entonces que entendimos que de esto sólo quedarían recuerdos diurnos, no habría memorias de la noche, que tanto nos gusta, y ya por ahí comenzaba la ironía. Un tema nos llevaba al otro, de un artista pasábamos al otro, de una anécdotas a la otra, risas para hacer pausas, sesiones de besos puros, con tus manos en mi rostro, con mis manos en tu cabello. 

Siempre dije que fuimos sensatos al no hablar del mañana, y siempre pensé que fuimos estúpidos al no recordar el ayer, pero jamás dudé de lo sabios que fuimos al disfrutar el presente, tus besos sabían distinto sabiendo que estaban hechos de presente en bruto. Fueron cortos, fueron efímeros, fueron dolorosos, pero fueron los días que tus labios fueron míos, que tu cuerpo era la musa. Las palabras más sinceras, los gestos más puros, el claro esfuerzo por ser feliz, por no querer que se acabara el día, que se fuera el sol, que se hiciera de tarde, la ironía de no querer que oscureciera siempre me ha intrigado, las cosas a las que te obliga el querer a una peronsa no están escritas, y de estarlo, no se acercan al sentimiento. 

Eramos dos extranjeros queriendo hacer un planeta nuevo, sabíendo que el suelo que habíamos elegido no tenía oxígeno ni gravedad. siendo lo primero innecesario y lo segundo primordial. Jamás quisimos tocar realidad, ¿Con tal? De eso no se alimentó nunca lo nuestro, y qué bonito fue vivir del día a día. Nunca esperamos nada el uno del otro..

Y seguimos nuestra vida, al principio sin voltear mucho atrás, tu herida, yo dolido. Ninguno quiso alimentar la idea del planea si aire, y es con estas palabras que recuerdo aquella tarde de agosto, aquellos labios suaves, aquellas risas penosas, aquellas manos curiosas, aquellas palabras sinceras.

Sensatos, Estúpidos y Sabios, es decir, fuimos más humanos que nunca mientras contábamos el uno con el otro.


Nunca llegué tan lejos por alguien. Eso lo sabes.