Nunca esperes que pase algo, nunca entres predispuesto a ningún lugar

domingo, 4 de marzo de 2012

Domingos de transición


Marzo comenzó con tranquilidad, quizás intentando pasar desapercibido entre sus otros 11 hermanos, un momento de transición, estás hecho para ser un momento de espera, te encuentras en vísperas de Abril que siempre le trae buenas noticias a todos. Pero Marzo, ¡Qué dicha la que nos embarga!, has traído lluvia, has traído sol, me la has traído a ella, que ahora la veo danzar con el viento, la veo deslizarse descalza en la grama su canción favorita. 

Y yo sentado en el suelo, con los brazos apoyados hacia atrás, veo el cielo, la veo a ella sonreír, y me empiezo a imaginar un momento más perfecto que este, y termino en la misma escena, viéndola de nuevo, pensando en ella, respirando su aroma. Y simplemente veo como mueve los pies al compás de su rito preferido, no hay más cadenas, no hay más censura en nuestras mentas: Hoy somos libres de dos a seis, este domingo de transición.

Y mientras sigue bailando mientras canta en voz baja, recuerdo todo lo que ha pasado, todo lo que he pasado, y no quiero sino evitar pensar en lo que pasará, porque quiero sorprenderme, quiero que me sorprenda: La voy a sorprender. Y en silencio, con una sonrisa de esas que sale de la nada, de esas que son perfectas porque duran una fracción de segundo en aparecer, le hago un tributo a su libertad, que es ahora mi dicha y mi sonrisa, y solo dejo que el aire pase por todos lados y nos haga caricias por un momento.

Se acerca hacia mi, se arrodilla, y estira a su mano sin dejar de sonreír, tomo su mano y ahora nos dos bailamos como nunca lo habíamos hecho, es la guitarra en seco, es el piano, es el violín de fondo, es este domingo de sol tenue y fresca brisa, es una composición de pequeños detalles que hacer sentirnos un poco menos personas y un poco más humanos. Y sube el volumen, y hacemos nuestros pasos favoritos, y solo pienso en ella, y su vestido de flores que tan bien le queda y que tanto me gusta vérselo puesto. 

Y ahora es todo más lento, ahora todo toma un ambiente de tranquilidad, y nuestras manos se sujetan con fuerza, y en un parpadeo nos abrazamos como si lo hubiésemos estado esperando todas nuestras vidas, como si dos imanes fuesen inevitablemente a encontrarse por una fuerza que es de la propia naturaleza de su ser: El uno para el otro.

Podrán haber más domingos, podrán haber más canciones, podrán haber en la historia millones de domingos de transición, con un sol tenue de dos a seis, pero jamás, en la historia, habrá una persona más hermosa que tu en ese vestido, ni un hombre tan perdido en ti, como lo soy yo en este momento.