Nunca esperes que pase algo, nunca entres predispuesto a ningún lugar

jueves, 24 de diciembre de 2009

Un cuento de Navidad

Que Cena tan espléndida hizo mamá esa noche, comentaban todos sentados en el muble de la sala, con los ojos risueños y los botones de los pantalones haciéndoles un poco de presión, todos comentaban alegremente lo genial que han sido estos días, lo impaciente que estaban por la mañana siguiente y por todo lo que tenían planeado hacer para este nuevo año que acerca.

10 de la noche del 24 de Diciembre, y ya mamá manda a dormir a los más pequeños de la casa, los acuesta a cada uno, con sus respectivas oraciones de cada  uno, un beso la frente y el abrazo más tierno de toda la velada, especialmente para los ángeles que duermen en esta casa.

ya todos se despiden, toman la última copa de vino, se abrazan fraternalmente los que tiene que ir a sus casas, y todos los demás se preparan para mañana, dia que, hasta para los grandes, sigue causando cierta emoción, debe ser por ver los rostros de nos niños al ver los regalos debajo del arbolito.

Por fin la casa se queda en total silencio, todos exaustos por los preparativos y por la cena, dejan reposar en santa paz sus cuerpos en las camas, no se escucha ni un alma en ninguna parte de la casa, ni los insectos salieron a hacer ruido. y de pronto....

Una extraña presencia va trazando en silencio una silueta en la pared....y recorre la sala hasta detenerse justo en frente del arbolito, recoge 3 curiosos pergaminos colocados en el y los revisa con sus gafas de media luna con suma delicadeza, como si se tratase de un documento muy valioso, esboza una sonrisa y  dice para sí mismo la extraña figura:

-este año se lo han ganado-

y procede a buscar en un curioso saco rojo tres paquetes envueltos en papeles de colores, lo deja con delicadeza debajo del arbol, y guarda sus 3 nuevos documentos, como si fuesen un tesoro, se acomoda su traje, y desaparece de la sala y todo queda en completo silencio de nuevo.

Aquella mañana sueteres, carros, aviones y muñecas rondaban en toda la sala, aquella mañana la alegría de ser niño no tuvo distinción, aquella mañana todos volvieron a esos años dorados de inocencia,

-que curioso, dice el padre a la madre, no recuerdo haberles comprado eso a los muchachos, ¿fuiste tu amor?- quedamos que tu lo harías le dice extrañada, solo sonrieron, se miraron uno al otro y no se dijeron más nada.....

-hay cosas que no cambian- dijo el padre a la madre, y contemplaron en silencio aquella mañana de 25 de diciembre. un día en donde la magia más pura sale a relucir... la magia de la inocencia.

1 comentario:

Aerogaby dijo...

Epa! lindo cuento... mi mente sarc´stica leía pensando en que en cualquier momento alguien iba a meter la pata o algo raro pasaría, pero la única sorpresa que me llevé fue un clásico final feliz. Bien hecho!
Feliz Navidad, un saludito :)